A ella nada le importaba nada.
18:02:00
A ella nada le importaba nada. Era la frase que siempre repetía, como una especie de coraza inexpugnable, que al extenderla, la protegía de todo mal.
La noche se tornaba cada vez más fresca, casi era perceptible al ojo el desplome de las temperaturas, y decidió que sería lo más conveniente llevarse una chaqueta. No cualquier chaqueta, “la chaqueta”. Al cogerla del atestado y caótico armario pensaba en los momentos compartidos con aquella roída prenda. La llevaba consigo el día mas feliz de su, todavía corta vida, cuando el destino puso en su camino al ser mas perfecto que nunca imagino conocer...Javi. Todavía se le erizaban el bello, instantáneamente, como por arte de magia, al recordarle. Una persona tan maravillosa, como atormentada, tan única, como necesitada. A la que el cruel paso de la vida la llevo a senderos cada vez mas oscuros e irreales. Hasta que no pudo mas. Pobre Javi, pobre amor mío.
Se lanzó a la calle. Anhelaba aire fresco. No la guiaba ningún rumbo, no había nadie que la esperara. Solo deseaba sentir el gélido frío en su cara, y caminar. Caminar hasta que no supiera donde estaba. Para coger anónimamente el metro en cualquier sucia estación, de la que no la sonara ni el nombre. Empezó con paso rápido para sacarse de encima el frío. La calle estaba tan desierta, es curioso que fuera el mismo escenario que al mediodía era intransitable. Los establecimientos mas fasión de la ciudad desplegaban sus lenguas de metal, anunciando que todo se aplazaba hasta mañana. Cogió dirección al puente, no había tomado nunca aquella dirección, pero hoy se le antojo la mejor opción. Las farolas encharcaban las aceras con esa luz medio blanquecina tan característica en las madrugadas. Al fondo de la calle una pareja se besaba con el mismo ardor como si fuera la última vez que se fueran a ver. Después de dos manzanas el puente se recortaba a lo lejos. La niebla propia de la hora hacia difícil vislumbrar mas allá de unos cuantos metros. Pero a ella eso no le importaba, siempre caminaba mirando el suelo y de vez en cuando miraba hacia atrás, como si alguien la siguiera. Las siete menos cuarto en el reloj, otra noche que se pasaba sin dormir un misero minuto. ¿Quién era ahora la atormentada?.
¡ No quiero pensar mas en ello!, por favor ya he tenido bastante, no puedo mas.
Mientras divagaba por sus mas oscuros pensamientos, sus pasos decididos la habían llevado al puente. ¡ Maldito puente!.
Continuara....
Pormete la historia, te seguiré...
ResponderEliminarBesos rojos,
HR.
Un saludo antes de nada, antes de que comience mi finde, el tuyo; antes de que una llamada me haga abandonar este espacio tuyo, este relato, que promete ser misterioso y ennegrecido.
ResponderEliminarUn saludo para tí, Osain!
Joder macho siempre me dejas en el puento ¿que pasa en el puente??
ResponderEliminaruffff que estres me das¡¡¡
se bueno, no te lies¡¡¡¡
que intrigante... pero si el puente de la foto es el del relato...será maldito, pero es precioso!
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